jueves, 19 de mayo de 2011

El misticismo no es la prueba de la existencia de ningún dios

Extracto obtenido de la novela "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder
Una experiencia mística significa que uno experimenta una unidad con Dios o con «el alma universal». En muchas religiones se subraya la existencia de un abismo entre Dios y la obra de la creación. No obstante, para los místicos no existe este abismo. Él o ella ha tenido la experiencia de haber sido absorbido por Dios, o de haberse «fundido» con él.

La idea es que lo que habitualmente llamamos «yo» no es nuestro verdadero yo. Durante brevísimos momentos podemos llegar a sentirnos fundidos con un yo mayor, por algunos místicos llamado «Dios», por otros «alma universal», «naturaleza universal» o «universo». En el momento de la fusión, el místico tiene la sensación de “perderse a sí mismo”, de desaparecer en Dios o desaparecer en Dios de la misma manera que una gota de agua «se pierde en sí misma» cuando se mezcla con el mar. Un místico hindú lo expresó de esta manera: «Cuando yo fui, Dios no fue. Cuando Dios es, yo ya no soy». El místico cristiano Silesius (1624-1677) lo expresó así: «En mar se convierte cada gota cuando llega al mar, y así el alma se convierte en Dios cuando hasta Dios sube». Pensarás que no puede ser muy agradable «perderse a sí mismo»; entiendo lo que quieres decir. Pero lo que pasa es que lo que pierdes es muchísimo menos que lo que ganas. Te pierdes a ti mismo en la forma que tienes en ese momento, pero al mismo tiempo comprendes que en realidad eres algo mucho más grande. Tú eres todo el universo; tú eres el alma universal, querida Sofía. Tú eres Dios. Si tienes que soltar a Sofía Amundsen, puedes consolarte con que ese «yo cotidiano» es algo que de todos modos perderás un día. Tu verdadero yo, que sólo llegarás a conocer si consigues perderte a ti misma, es según los místicos una especie de fuego maravilloso que arde eternamente.

Una experiencia mística no llega siempre por su cuenta. A veces el místico tiene que recorrer «el camino de la purificación y de la iluminación» al encuentro con Dios. Este camino consiste en una vida sencilla y diversas técnicas de meditación. De repente el místico ha alcanzado la meta, y él o ella exclama: «Soy Dios» o «Soy Tú».

En todas las grandes religiones encontramos corrientes místicas. Y las descripciones que da el místico de la experiencia mística presentan un sorprendente parecido a través de las distintas culturas. La herencia cultural del místico no se percibe hasta que da una interpretación religiosa o filosófica de su experiencia mística. En el misticismo occidental, es decir dentro del judaísmo, cristianismo e Islam, el místico subraya que el Dios con el que se encuentra es un Dios personal. Aunque Dios está presente en la naturaleza y en el alma del ser humano, al mismo tiempo está también muy por encima del mundo.

En el misticismo oriental, es decir dentro del hinduismo, budismo y religión china, es más habitual subrayar el encuentro entre el místico y Dios, o «alma universal», como una fusión total). «Yo soy el alma universal», diría este místico, o «yo soy Dios». Porque Dios no solamente está presente en el mundo, es que no está en ninguna otra parte. Particularmente en la India ha habido fuertes corrientes místicas desde mucho antes de los tiempos de Platón. Una persona que ha contribuido a traer las ideas del hinduismo a Occidente, el swami Vivekananda, dijo en una ocasión: "De la misma manera que en determinadas religiones se dice que una persona que no cree en un Dios personal fuera de sí mismo es un ateo, nosotros decimos que una persona que no cree en sí mismo, es un ateo. Nosotros llamamos ateísmo a no creer en la gloria del alma de uno mismo."

Una experiencia mística también puede tener importancia para la ética. Un presidente de la India, Radakrishnan, dijo en una ocasión: «Debes amar a tu prójimo como a ti mismo, porque tú eres tu prójimo. Es una ilusión hacerte creer que tu prójimo es algo diferente a ti mismo».

También personas modernas que no pertenecen a ninguna religión relatan experiencias místicas. Han tenido de repente lo que llaman «conciencia cósmica» o «sensación oceánica». Han tenido la sensación de haber sido arrancado del tiempo y han visto el mundo «bajo el prisma de la eternidad».
El subrayado es mío. No deja de ser curioso que practicantes de religiones que no coinciden en nada (ni siquiera en el número de dioses o en su existencia misma - recordemos al budismo), de culturas que ni siquiera tenían contacto entre ellas (los mayas tiene registradas experiencias místicas) e incluso ateos hayan tenido experiencias místicas. ¿no será más bien que las experiencias místicas son un estado mental alterado en el que la conciencia del "yo" desaparece, que nada tiene que ver con ningún dios o religión?

1 balbuceos maníacos:

Anónimo dijo...

Te equivocas.

Las experiencias místicas son sentimientos que tienen (¿tenemos?) algunas personas que nos hacen experimentar a Dios. O quizá desde un punto de vista más neutro, sentimientos que algunas personas relacionan (¿relacionamos?) con Dios.

El que experimenta esos sentimientos tiene, o cree tener, una prueba de la existencia divina. Otra cosa es que el que no los haya tenido no acepte esa prueba (desde luego no es una prueba científicamente válida porque no es refutable).

Un ejemplo parecido es que yo te diga: "quiero a mi madre". Es algo que yo siento y que es totalmente verdad. Ahora bien, difícilmente podré hacer algo para que tú tengas el mismo sentimiento que yo. Para mí es evidente que quiero a mi madre, pero tú puedes conservar tus dudas.

saludos,
Adolfo

 


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