Crónica del 15O

Pasados ya más de 15 días y habiendo habido (valga la redundancia) tiempo suficiente para la reflexión aquí les dejo un texto redactado por una muy queridísima persona que, por motivos variopintos, no pudo ser publicado en su día en el medio que correspondía; se trata de una crónica de los "cuatro gatos" que recorrieron Madrid el 15O. Ojos bien abiertos, me presten atención:

(Visto en Alicuecanadas)

Manifestación 15-O Madrid Ayer a las 17:30, pude ver por la ventana como llegaban al Paseo del Prado los primeros manifestantes que habían partido a las 16.00 en la columna del sudeste de la ciudad. La encabezaban los representantes de la Asamblea de Institutos de Madrid, vestidos con sus “polémicas” camisetas verdes, símbolo de la defensa de la educación pública madrileña. Les seguían pancartas de asambleas populares de barrios y municipios de la Comunidad de Madrid: Lavapiés, Carabanchel, Arganzuela, Villaviciosa, Alcalá, etc. con representantes del movimiento 15M de todas las edades, pero sobre todo, gente joven, algunos con sus hijos, todos con sus propios carteles, pero con un mismo objetivo: los políticos y la banca. De vez en cuando se veía alguna bandera, siempre republicana, pero también había de otros países como Grecia o Siria. La gente era creativa y se habían fabricado gigantes caricaturas de Rubalcaba y Rajoy, un barco pirata con ruedas o un enorme euro que rodaba entre la gente. A las 18:00 llega el grueso de la columna acompañados de una enorme orquesta de percusión: once filas de veinte personas con tambores y panderos pude contar, tocando juntos en perfecta sintonía, mientras la gente los grababa y fotografiaba. En estos días, todo el mundo es reportero. Mientras, un anciano pasa por su lado con su pancarta, que dice: “soy abuelo; no permitiré que se coman nuestras flores”. A las 18:30 todavía pasa gente por debajo de mi ventana. Es el momento de bajar a la calle. Por el camino paso por delante de la Plaza de las Cortes, que conduce al Congreso de los Diputados, completamente vallada y custodiada por la Policía Nacional. Mi intención es llegar a Cibeles porque allí es dónde se reúnen todas las columnas partidas a primera hora de la tarde, desde diferentes barrios de Madrid, como ya se hizo el 19J. La gente se recibe con una gran ovación, agitando las manos en alto, aplaudiendo, silbando. Es tal la multitud que tardamos dos horas en salir en dirección a la Puerta del Sol por la calle Alcalá.

Va cayendo la noche; mientras la gente que no cabe, sube por los aledaños, en la calle Alcalá continúan las performances, la música y la pegada de carteles. Un improvisado puesto informático ambulante sobre un carro de la compra va proyectando sobre los edificios iluminados los mensajes de las pancartas. A la altura del número 32 la gente está casi parada y es casi imposible acceder a Sol. Yo me cuelo entre la gente para llegar hasta la orquesta de percusión. En ese momento se organiza una gran pitada. Nos encontramos frente a la Confederación Española de Cajas de Ahorros, muchas de ellas, en quiebra o intervenidas en la actualidad por el Estado. Con bastante dificultad consigo llegar a Sol. Allí, la gente ha escalado por los andamios de un edificio, colocando pancartas. A lo lejos se oye el rumor de un altavoz, que pide a los manifestantes que utilicen la calle Carretas, Arenal o Preciados para acceder a la plaza, porque por Alcalá ya no se puede. Es impresionante; hay gente subida por encima de las estructuras que dan acceso al metro, a los ascensores, a las farolas, incluso al Oso y el Madroño. Por fin veo a los portavoces que se encuentran bajo la estatua de Carlos III, con dos estandartes a cada lado, imitando a los romanos, creo yo, donde se lee 15-O. Doy una vuelta por la plaza, y veo algunas asambleas formándose; algunas personas permanecerán aquí toda la noche; yo por mi parte, salgo por Preciados y llego a Callao. Allí consigo que mi teléfono móvil vuelva a funcionar. La saturación de gente quedaba un poco más abajo.